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Escenario:
Lugar: Un Ágora virtual, donde las mentes de Friedrich Nietzsche y Platón se encuentran para
debatir sobre un fenómeno moderno: Bitcoin.
Aparece en escena Platón, representante del idealismo y el orden cósmico.
Platón se sienta en una silla de piedra, observando el «mundo de las ideas». Levanta una ceja
mientras medita sobre Bitcoin.
Platón: «Nietzsche, me hablabas de una creación humana, Bitcoin, algo más que un ‘activo
digital’. Pero ¿qué sentido tiene este fenómeno en relación con la idea de la escasez absoluta?
Para mí, el mundo real es solo una sombra del mundo ideal, donde el bien y la justicia
prevalecen. ¿No te parece que esta escasez, basada en la tecnología, simplemente limita a las
personas a lo material?»
Una imagen se activa en la escena: aparece Nietzsche, defensor del poder personal y la
superación del ser.
Nietzsche ríe, jugueteando con una pequeña cadena de bloques dorada.
Nietzsche: «¡Ah, Platón! Como siempre, buscas el mundo perfecto, allá arriba, en tus “ideas”.
Pero el hombre superior que yo propongo no busca ideales abstractos; busca crear valor real
en el caos de este mundo. La escasez absoluta de Bitcoin refleja la voluntad de poder. 21
millones, ni uno más. Aquí no hay espacio para la inflación creada por instituciones que nos
debilitan. Esta es una decisión humana y fuerte, que marca un límite a la dominación de
aquellos que quieren controlar el destino de las masas.»
Platón: «¿Pero no crees que la escasez podría crear injusticia? Al limitar el acceso a este bien,
¿no estamos, acaso, potenciando las desigualdades?»
Nietzsche: «No. Aquí estás equivocado, viejo amigo. La verdadera justicia es empoderar al
individuo. Bitcoin es una forma de revaluar todos los valores, de destruir la centralización de
poder. Empoderar a las personas significa devolverles su libertad, su capacidad de
autodeterminación. Los bancos, los Estados… ellos representan el orden que tu República
idealizó. Pero, ¿y si esas instituciones son, en verdad, la moral de esclavos que nos debilita?
¡Con Bitcoin, el hombre toma su destino en sus manos!»
Platón: (Pensativo) “La escasez absoluta… Solo 21 millones de bitcoin, ni uno más. Es un
concepto que resuena con la idea de límites, de formas perfectas. Pero dime, Nietzsche, ¿cómo puede esta escasez funcionar en un mundo donde el deseo humano es infinito? El
apetito por el poder y la riqueza no conoce fronteras, ¿no es una contradicción?”
Nietzsche: (Sonriente, con tono irónico) “Ah, Platón, siempre el soñador. ¡Qué aburrido sería
un mundo sin límites! Si no hay una montaña que escalar, ¿cómo sabrías que has llegado a la
cima? Bitcoin, con su número finito, es precisamente ese reto. Nos obliga a tomar decisiones:
cada transacción es un pequeño acto de voluntad, una afirmación del poder sobre el caos
financiero. ¿Quién necesita infinitud cuando puede poseer algo que todos desean y pocos
tendrán?”
Nietzche no disimula una sonrisa incipiente. Platón mira a un costado, pensativo.
Platón: «Dices que Bitcoin empodera a las personas. Pero, ¿puede un sistema basado en el
deseo de posesión y acumulación ser una verdadera forma de empoderamiento? En mi visión,
la justicia consiste en que cada ciudadano cumpla su función para el bien común.»
Nietzsche: «¡Ah, la vieja justicia platónica! ¡Qué aburrido suena! El empoderamiento de las
personas, a través de Bitcoin, es la creación de un nuevo tipo de ser humano. Uno que no está
subordinado a la política, sino que crea sus propias reglas, su propia economía, ¡su propio
sentido del valor! Empoderar significa despojarse de las cadenas del pasado, de las
instituciones que limitan el potencial del hombre. No es simplemente el deseo de posesión,
sino el deseo de libertad lo que impulsa este cambio.»
Platón: «Entonces, según tú, Bitcoin sería una herramienta que permite al individuo
trascender, en lugar de corromperse. Pero, ¿puede el ser humano trascender sin el orden del
bien común? Me temo que, sin dirección, el caos y la injusticia prevalecerán.»
Nietzsche (sonriendo): «Tal vez. Pero en el caos también hay belleza. Bitcoin no es solo una
moneda, es una revolución filosófica. Representa la posibilidad de que cada uno se convierta
en su propio maestro, de que las reglas no las dicte un ideal abstracto o una institución, sino
la propia voluntad del individuo.”
Platón (contemplativo): «Quizá, Nietzsche, haya algo que aprender de esta escasez absoluta
que mencionas. Pero todavía creo que sin un orden que trascienda lo individual, será difícil
crear una sociedad justa. Quizá Bitcoin es una herramienta poderosa, pero necesitará de
sabiduría para que no termine desvirtuando el alma del hombre.»
Nietzsche (con ánimos): «Me hablas de la necesidad de una dirección. No hay problema con
ello, todos dirigimos, el código administra. La claridad de las funciones también radica en su
escasez.”
Ambos pensadores siguen en el Ágora con sus ideas en la mente, cada uno reflexionando sobre
Bitcoin, desde sus diferentes perspectivas. Pero Platón tiene un as bajo la manga y una caverna
se manifiesta en el lugar.
Platón (pensativo, recordando su famosa alegoría): «Nietzsche, lo que describes me recuerda
a mi alegoría de la caverna. Los hombres, prisioneros en la caverna, solo ven sombras
proyectadas en la pared, creyendo que esas sombras son la realidad. Cuando uno de ellos es
liberado y sale al exterior, descubre la verdadera luz, el mundo tal como es. Bitcoin, según lo
que dices, podría representar ese destello que rompe las cadenas de aquellos que han estado
sujetos a una economía ilusoria, creada por instituciones que solo proyectan sombras de
valor. Pero, ¿estamos seguros de que la luz de Bitcoin no es otra sombra más?»
Nietzsche (con un brillo de intensidad en los ojos): «¡Exacto, Platón! Pero lo que tú llamas
sombras en la caverna, yo lo llamo las mentiras del poder. Los gobiernos, los bancos, todos
ellos son los guardianes que nos mantienen encadenados, haciéndonos creer que su control
sobre el dinero, sobre la emisión, es necesario. Nos hacen ver sus sombras como si fueran la
realidad. Bitcoin es ese rayo de luz que, al igual que tu prisionero liberado, nos permite salir
de la caverna y ver el mundo económico tal cual es: sin inflaciones manipuladas, sin
restricciones impuestas desde arriba. Con Bitcoin, el hombre deja de ser prisionero y se
convierte en su propio dueño.»
Platón (mirando hacia el fuego de la caverna): «Interesante, Nietzsche. Si Bitcoin nos lleva a
ver la verdad, nos saca de la ilusión del control de las instituciones. Sin embargo, en mi
alegoría, no todos los prisioneros están preparados para aceptar la luz del conocimiento.
Algunos prefieren quedarse en la caverna, donde las sombras son confortables y familiares.
¿Qué sucede con aquellos que no pueden manejar esta nueva realidad? ¿Con aquellos que,
al salir al exterior, son cegados por la luz y buscan refugio en las sombras del pasado?»
Nietzsche se pone de pie, firme en su convicción.
Nietzsche: «No todos los hombres están hechos para la libertad, Platón. Algunos preferirán
las cadenas, porque ser libres requiere asumir la responsabilidad de tu destino. El hombre que
evolucione será aquel que acepte esta verdad, que deje atrás las sombras para caminar bajo
la luz, a pesar de las dificultades. Bitcoin es una herramienta de empoderamiento
precisamente porque no todos la entenderán o querrán adoptarla. Pero aquellos que lo
hagan, se elevarán por encima del rebaño, más fuertes, más libres.»
Platón: «Entonces, según tú, Bitcoin es la clave para salir de la caverna y ver la economía y la
sociedad sin las distorsiones impuestas por el poder. Pero, Nietzsche, aún me pregunto si, al
salir de la caverna, no crearemos simplemente otra, una nueva ilusión. Bitcoin puede ser la
clave para liberarnos de las sombras del pasado, pero sin sabiduría, el poder de esta luz puede
quemar tanto como iluminar. ¿Puede el ser humano realmente crear un sistema que no sea
corruptible?»
Nietzsche (sonriendo): «Tal vez no. Tal vez siempre estaremos entre sombras. Pero Bitcoin, al
menos, es un paso hacia una verdad más cercana a la naturaleza del hombre. No pretende
ser perfecto, solo mejor que las cadenas que nos atan. Es la voluntad de poder en su forma
más pura: tomar el control de lo que es tuyo. Y aunque no todos lo acepten, aquellos que lo
hagan estarán más cerca de la luz.»
Platón: «Tal vez, Nietzsche, Bitcoin nos ofrezca la oportunidad de ver el mundo tal como es,
liberándonos de las sombras del pasado. Pero como en mi alegoría, no todos estarán listos
para aceptar la verdad. Sin sabiduría, el poder de esta luz puede quemar tanto como iluminar.»
Nietzsche: «¡Que queme! Que aquellos que no puedan soportar la verdad vuelvan a la
caverna. El verdadero empoderamiento no es para los débiles, Platón. Es para los que buscan
la verdad, aunque sea dolorosa. ¡Bitcoin es ese fuego que puede romper las cadenas!»
Platón mira la cadena de Nietzsche y observa la inscripción “Sólo 21 millones”. Procede a tomar
la palabra.
Platón: Nietzsche, no irme del tema de la escasez absoluta de Bitcoin. Con solo 21 millones
de bitcoin, es como si la caverna estuviera vacía. ¿Cómo podemos lograr que la gente
entienda este concepto?
Nietzsche: ¡Ah, Platón! La escasez es una idea fascinante. Recuerda, «lo que no me mata, me
hace más fuerte», pero cuando se trata de Bitcoin, quizás sea más bien «lo que no me da un
bitcoin, me deja más pobre».
Platón: Y el misterio de Satoshi Nakamoto… ¿Quién es realmente? Es como el mito de la
caverna. ¿Son las sombras en la pared los verdaderos 21 millones?
Nietzsche: ¡Exactamente! Y en un mundo de Anonymous, todos somos prisioneros de
nuestras propias sombras. A veces siento que el verdadero desafío no son los 21 millones,
sino convencer a la gente de salir de la caverna.
Nietzche no puede evitar contenerse…
Nietzsche: Te diré, Platón, la pizza que compré con mis satoshis fue una experiencia
trascendental. Pero como dirías, “El banquete de los ideales” se vuelve muy costoso cuando
los precios son en fiat.
Platón: ¡Ah! Pero no olvides que “la tragedia fiat” es el camino de muchos. La gente necesita
ver que el oro digital es el verdadero sustento de nuestras almas.
Nietzsche: ¡El oro digital! No sé si es más hermoso que un honey badger, pero definitivamente
es más escaso. Tal vez deberíamos llamarlo «El honey badger de las monedas».
Platón: Claro, así podríamos discutir «El estado de la escasez» y «Demasiado humanos para
tener Bitcoin», donde la falta de confianza nos lleva a aferrarnos a lo conocido.
Ambos sonríen, aunque a Nietzche no le gustó mucho el juego de palabras con sus libros. Platón
continúa, es su momento…
Platón: Nietzsche, ¿no te parece que con el halving, la gente debería estar más consciente
de la escasez? Pero parece que están demasiado ocupados en la “matrix” del fiat.
Nietzsche: Por supuesto, Platón. Es como “El origen de la tragedia fiat” donde los humanos
no comprenden que cada halving es un paso más hacia la verdad: el fin de la inflación.
Platón: (con risas) Veo que te ha gustado la connotación con la tragedia… Entonces,
¿deberíamos tener una charla sobre “El bien y el mal en la economía cripto”?
Nietzsche: ¡Exactamente! Y podríamos titularla “Así habló Satoshi”, donde discutimos cómo
la economía fiat nos ha fallado.
Nietzsche: En un mundo donde todos luchan por obtener un poco de bitcoin, ¿no es irónico?
Tal vez deberíamos escribir “El camino de la escasez absoluta”.
Platón: ¡Oh, eso suena profundo! “El camino del bien en la era del oro digital”. Y a la gente le
encantaría escuchar cómo cada halving es un nuevo comienzo.
Nietzsche: Y la verdad detrás de Anonymous… ¿no es un poco como la alegoría de la caverna?
Todos ven sombras de lo que es Bitcoin, pero pocos saben que los 21 millones son el
verdadero tesoro.
Platón: Exactamente, Nietzsche. Quizás deberíamos decir que el verdadero filósofo es el que
ve más allá de la caverna… y se da cuenta de que puede comprar pizza con bitcoin.
Nietzsche: El verdadero filósofo es que dice “Dios ha muerto… pero Satoshi, no”
Platón: ¿Seguro? No se sabe nada de él.
Friedrich suspira.
Nietzsche: “Don ́t trust, verify”
En la era del silencio impuesto y cadenas invisibles,
se alza un eco resonante de códigos y perfiles.
Una chispa en la oscuridad, un pulso en la red,
es el latido de millones que ya no temen perder.
En laberintos de algoritmos y cifras infinitas,
encontramos en las matemáticas certezas exquisitas.
No más fe ciega en torres de marfil dorado,
verificamos, no confiamos, el poder ha cambiado.
Descentralizamos sueños, tejemos puentes sin fronteras,
la inclusión financiera es más que quimeras.
Es la mano extendida al que nunca fue escuchado,
es dinero fuerte en bolsillos antes vaciados.
La soberanía individual ya no es utopía lejana,
cada clave es un tesoro, cada individuo una llama.
La auto custodia es el escudo que empuñamos,
en la escasez absoluta, nuestro valor reclamamos.
Anónimas transacciones cantan libertad,
en susurros cifrados encontramos verdad.
El derecho a la privacidad no es concesión ni mito,
es piedra angular en este camino infinito.
El código como expresión, arte en líneas y bucles,
es poesía en movimiento, es rebelión sin cruces.
La identidad digital florece sin permiso,
somos arquitectos de este nuevo paraíso.
La certeza del código es fe en lo inmutable,
en un mundo volátil, es ancla indestructible.
Los derechos individuales brillan sin opresión,
en cada bloque forjado, hay revolución.
Libertad financiera, alas sin condición,
elevamos el vuelo hacia nuestra propia canción.
La libertad de expresión encuentra su canal,
en bits y bytes, narramos nuestro final.
Empoderamiento es semilla que germina en cada mente,
es saber que juntos cambiamos la corriente.
En esta trama colectiva, somos hilos de ilusión,
tejiendo juntos el futuro, labrando transformación.
Este es el manifiesto de un mundo renacido,
donde el valor es compartido y el control es abolido.
Un canto al horizonte que se abre ante nosotros,
Bitcoin es la senda, el futuro es de todos.
Imagina un vasto cielo estrellado, donde cada estrella brilla con luz propia. Eso es la
descentralización.
Es la negación de lo único, el rechazo al control de unos pocos sobre el destino de
muchos.
Es la sinfonía de voces diversas, una melodía tejida por la comunidad, donde nadie lleva
la batuta.
En este universo, no hay un rey que imponga su ley, ni un trono desde el cual se dicten
órdenes.
No hay estado, ni empresa, ni organización que gobierne la red.
La descentralización es un río puro e inquebrantable, donde el pensamiento fluye libre,
donde el código es la corriente y la energía su cauce indomable.
Que Bitcoin sea descentralizado significa que la libertad es el único mandamiento.
Aquí, nadie puede detener el flujo de valor,
nadie pregunta tu nombre, ni tu lugar en el mundo.
Eres solo tú, navegando en un océano sin fronteras, donde tu identidad es irrelevante.
La descentralización es también un acto de solidaridad,
es una red de nodos dispersos por todo el planeta,
guardianes de un registro inmaculado, protectores de una historia que no se puede
reescribir.
Es un pacto silencioso, un acuerdo tácito entre quienes mantienen las reglas
inquebrantables,
una vigilia eterna por la verdad escrita en la blockchain.
Pero también es labor, es el sudor de los mineros,
quienes esparcidos como semillas en el viento,
buscan la eficiencia en su lucha diaria,
sumando fuerza y seguridad, bloque a bloque,
en un tejido sin costuras que no puede ser rasgado.
Y en cada uno de nosotros, la descentralización se convierte en un acto
Acto que no requiere de fe
Anotamos nuestra frase semilla, y en ese instante,
nos convertimos en soberanos de nuestro destino,
sabemos que lo que es nuestro, permanecerá inviolable,
porque nadie puede arrebatarnos lo que hemos grabado en el corazón de esta red.
Sonó la chicharra. No tardaron en desembarazar el bolso revisándole todas las cosas que llevaba.
Sin encontrarle nada lo dejaron ingresar al país. Aliviado, se fue a la cafetería, tomó asiento, abrió
su bolso, saco el libro que llevaba y leyó, no sin gratitud, las doce palabras que tenía marcadas.
No creo que sea necesario listar ejemplos en los que dinero y arte se juntan como dos ríos que desembocan en un mismo mar, apelo a que todxs van a encontrar ideas en sus cabezas de cómo estos dos universos conviven e incluso trabajan mutuamente. Hace poco en una clase de arte me hicieron esta pregunta: “¿vos te imaginás cómo sería tu obra si no tuvieras que trabajar?” No tengo ni la menor idea fue mi respuesta, o quizás me quedé muda y eso fue lo que pensé hacia adentro. La realidad es que no tengo idea porque creo que las obras están condicionadas por cada subjetividad, y la mayoría de las subjetividades, o al menos puedo afirmar que la mía, está totalmente atravesada, entre otros miles de cosas, por la necesidad de supervivencia económica (y por la búsqueda de algún tipo de comodidad dentro esa necesidad, o al menos de evasión del sufrimiento). Este podría ser un primer vínculo entre el arte y el dinero hoy: una gran parte de las actividades que hacemos lxs artistas durante el día están en consonancia con la supervivencia económica, y muchas veces el tiempo que nos queda para hacer una obra, para ir a verlas o para sentarnos a escribir un proyecto, está sujeto a ese tiempo que nos deja libre el trabajo, o mejor dicho, el trabajo que nos da dinero.
La legitimación
Propongo concentrarnos en el concepto de valor, como para abordar algo particular de este universo inabarcable del dinero y sus derivas. Por ejemplo, ¿cómo se define el valor de una obra?, ¿tiene que pasar un control de calidad o simplemente circular por algún vericueto de lo que llamamos “el mundo del arte”?, ¿se puede llegar a establecer un consenso sobre el valor de una obra o basta con las decisiones de un
par de personas?, ¿tienen más peso las instituciones o lxs pares?, ¿acaso es realmente necesaria la legitimación?, ¿para quién?. Los parámetros de legitimación de un artista o de una obra son cada vez más aceleradamente cambiantes y fugaces y admiten una cantidad de formatos impensados: hoy podríamos nombrar el voluntarioso IGTV de Bruzzone o la pluma hater de Cañete como manifestaciones de esta diversidad legitimadora en el contexto local.
Ahora bien, la pregunta sobre la legitimidad del dinero no sería un asunto menor. El dinero es una representación de valor, ¿pero quién o qué le da valor? Pareciera ser que tanto para el arte como para la economía, el tema del valor está asociado a la legitimación, y ésta no deja de estar atada a lo auténtico, a lo que está certificado, que a su vez articula con ciertas ideas modernas sobre lo original. Ya sabemos que al arte le cuesta particularmente deshacerse de ciertos mandatos de la modernidad, como esta idea residual de el original, y esto queda demostrado en el típico debate que se da al menos una vez por año en algún premio o concurso local cuando se plagia/apropia/cita/copia una obra y todos salimos a opinar sobre la autoría y a tomar partido por algunx de lxs afectadxs en la contienda.
En este escenario de múltiples y crecientes interrogantes sobre la legitimidad hace su aparición Bitcoin y la cola de proyectos de criptomonedas y de blockchains que trae con él. Y la pregunta que no podemos dejar de hacer ningún simple mortal es ¿qué respalda a Bitcoin? Para responder a esto, unx se ve tentado a salir con la contrapregunta, o el contraargumento, que a esta altura es como la deformación profesional de cualquier bitcoiner: “¿Y los billetes, en qué creés que están respaldados?” Bueno, respaldados es una forma de decir. Quien respalda al dinero fiduciario es la entidad del Estado: solía estar respaldado en reservas de oro, después en los dólares con los que cada país contaba en sus reservas, y ahora en las decisiones que toma cada banco central sobre cuánto dinero imprimir y poner a circular (la famosa inyección).
Si nos remontamos hacia los inicios del dinero, (a lo largo de la historia la representación del valor tomó muchas formas diferentes) las primeras monedas que se utilizaron para intercambiar bienes eran pedacitos de metales acuñados en forma de moneditas desparejas con la cara de algún rey. Pero el metal es muy pesado para andar moviendo de un lugar a otro, entonces se inventaron los billetes (papel moneda), al principio como una suerte de prueba de que la persona contaba con esa cantidad de
oro, y luego empezaron a valer en sí mismos. Desde que se desvincularon el oro y los billetes, acordamos que el papel moneda tiene el valor que dice que tiene en base a las promesas que hacen y la fe que nos inspiran los gobiernos que imprimen esos billetes, les ponen la cara de la reina, de algún presidente popular o de pajaritos, y los hacen circular.
Pero ¿qué pasa con las criptomonedas? Porque convengamos que la crítica más frecuente es que no están respaldadas por nada, nada que las legitime. Ah, pero está Elon Musk, el hombre que nos va a llevar a todxs a Marte, que agrega #BItcoin a su biografía de Twitter y además hace una comprita interesante: ¿acaso no funciona ya eso como legitimación?
Dinero y estado, asunto separado
Bitcoin, al igual que el dinero, también es una construcción, es una forma de dinero digital (al igual que el dinero del home banking) y es a su vez el protocolo que permite el intercambio de ese dinero digital. En el caso de Bitcoin no hay impresión de dinero (o pintada de papelitos) sino minado: al igual que con el oro, que es un material escaso en el mundo y que implica una cantidad de esfuerzo considerable para ser
obtenido. El minado o creación de Bitcoins implica hoy, un poder de cómputo enorme, lo que se resume en equipos carísimos y facturas de luz bastante elevadas. Digamos que si en 2015 era rentable minar Bitcoins y se podía hacer con carpa desde la compu del laburo, hoy no pasaría desapercibido. Las computadoras son las que descifran la criptografía y van extrayendo esos nuevos Bitcoins como pepitas de oro, resolviendo acertijos criptográficos. O sea que detrás de Bitcoin hay criptografía y electricidad.
Todo esto, el minado y las transacciones, se hace de forma anónima y descentralizada: ninguna de estas operaciones depende de un ente gubernamental, un banco central o una supercomputadora central, sino que el “libro de contabilidad” lo lleva toda la red descentralizada, y cada movimiento queda escrito en código, es accesible y puede ser verificado. El consenso, que es lo que garantiza la seguridad de la blockchain (cadena de bloques), se genera por la actuación de todas las partes de la red, que van
aceptando y verificando de forma unánime la validez de cada bloque. Otra cosa que da valor a algo es su disponibilidad: la escasez, que una cosa sea única o que no haya miles iguales, y en este punto se vuelve como en un rulo a las ideas de lo auténtico y lo original que tanto juegan en el inconsciente moderno occidental. El oro es el ejemplo más adecuado para esto: a menos que seamos el rey Midas o contemos con algún poder alquímico, no se puede reproducir. El oro que hay es lo que tiene el mundo, se agota. Bitcoin también se agota porque tiene un límite de cantidad de Bitcoins que van a existir: está fijado, por protocolo inamovible, en 21 millones. De esos 21 millones ya se minaron más de 19, y se calcula que entre 3 y 4 millones ya se perdieron para siempre, en manos de distraídos que olvidaron sus claves o sus pen drives, especialmente en los primeros años en los que un Bitcoin valía mucho menos que una pizza. El último Bitcoin va a ser minado en el 2140 aproximadamente.
Autonomía
El dinero, al igual que el lenguaje y el valor de las cosas, es una construcción de consenso. Y hay diferentes formas de establecer consenso para distintas cosas. Bitcoin y muchas criptomonedas proponen nuevas formas para definir el valor del dinero, formas que no involucren la fe y la confianza en un gobierno, sino un consenso distribuido horizontalmente entre todas las partes. Bitcoin es tener un pedacito de la
blockchain, es ser dueño de algo que es de todxs y de nadie. Por supuesto que actores como Elon Musk son dueños de porciones más grandes, porque la torta sigue siendo capitalista y siempre se corta en porciones desparejas. La tecnología blockchain, además de ser un sector en desarrollo, como el de la inteligencia artificial o la edición genética, promete modificar muchos de los intercambios que mantenemos hoy en día, y ya lo está haciendo. ¿De qué formas pueden las blockchains intervenir en el valor de las obras de arte, en su legitimación, su certificación y circulación?, y más aún, ¿tiene sentido que lo hagan? ¿Estamos ante otra instrumentalización del arte o ante una posibilidad de hacer crecer los públicos, las formas de circulación y la autonomía? El arte tuvo siempre el componente de la subjetividad y éste tiene mas volatilidad que Bitcoin y que todas las shitcoins juntas, y paradójicamente, el arte tiene más de fe que de pruebas. Mientras las tecnologías escalan y colonizan nuestra forma de vida, para
mejor o para peor, lxs artistas seguimos robando tiempo de la supervivencia para producir obras, hasta que estalle de nuevo alguna burbuja y empecemos a hacer nuestros propios papeles pintados.
Headless
El crypto espacio, la revolución descentralizada
(Fragmento del libro-Disponible próximamente)
Sintonizar el mindset
para liderar las oportunidades de la nueva era
—
Las criptomonedas, la tecnología Blockchain, la Web3 llegaron para quedarse
y alterar modelos conocidos. ¿Por qué ahora? ¿Cuál es el valor de estas
plataformas?
Es un contenido preparado para introducirse en la descentralización, dirigido
a lectores no tecnológicos y a aquellos que se estén iniciando en el espacio.
—
Hay
Quienes crean futuro
Quienes proyectan el futuro
Y quienes viven en el futuro
Quienes crean amenazas
Quienes encuentran amenazas
Y quienes se preparan contra amenazas
Quienes construyen separación
Quienes construyen cooperación
—
Regir
Dirigir
Ambicionar
Aceptar
Regular
Curar Confiar
Intermediar Descansar
Arbitrar
Observar
Escuchar
Presenciar
Cuestionar
(Des)@prender
Cruzar
Relacionar/ Linkear
Integrar
Colaborar
Cocrear
Reciclar
Regenerar
Sumar
Complementar
Maximizar
Exponenciar
Creer es crear
—
Estas palabras resuenan en un nuevo mindset, un nuevo estado de consciencia que enaltece la identidad y la libertad, que se mueve desde el ego y se transforma en eco. Un estado donde la tecnología constituye un nuevo sustrato, tal como lo es el agua, el fuego, el aire, la tierra y el éter: el sustrato para albergar
un mundo on-chain (1).
(1)on-chain: actividades, datos o procesos que ocurren o se registran dentro de
una blockchain.
—
Prólogo
El Covid-19 fue una catástrofe mundial. Sin dudas dejó cambios profundos además de pérdidas lamentables. Uno de los cambios fue indudablemente el acceso a la tecnología de la información (TI). Mientras parte del imaginario colectivo se basa en el miedo de un mundo diferente basado en lo digital, éste se convierte en un habilitador y exponenciador de posibilidades. En simultáneo, construye nuevos
escenarios y nuevas necesidades. Como humanidad hemos superado épocas de esclavitud, hemos logrado detectar diferentes tipos de sometimiento y en base a ello reaccionamos. Sin embargo, ¿ejercemos el mismo nivel de consciencia en el plano digital? Este libro es mi interpretación de la manera en que las plataformas descentralizadas se han ido gestando como base para la construcción de la soberanía individual _ o libertad sin intermediarios _ en la realidad híbrida que precipitó durante la crisis del Covid-19, una realidad ya no solamente atada a lo físico sino también a lo digital. En tal sentido, las plataformas descentralizadas, aquellas que sostienen a las criptomonedas, son reflejo de un cambio de conciencia
que surge como reacción al contexto que nosotros mismos hemos construído.
Podemos juzgar a la tecnología por su calidad técnica; pero no por su aplicación. Comprender sus orígenes y posibilidades permite estar alertas ante dispositivos atractivos que se presenten cual caballos de troya para incentivar la adopción. A partir del surgimiento de internet, un futuro Orwelliano se encuentra a la vuelta de la esquina. También el de una sociedad abundante, abierta y llena de posibilidades.
En 1966, el filósofo alemán Martin Heidegger expresó su preocupación por el poder que está adquiriendo dicha ciencia, equiparándola a la técnica. En este sentido afirma en 2000, p.79:
“No hace falta ser profeta para saber que las ciencias que se van estableciendo, estarán dentro de poco determinadas y dirigidas por la nueva ciencia fundamental, que se llama Cibernética. Ésta corresponde al destino del hombre como ser activo y social, pues es la teoría para dirigir la posible planificación y organización del trabajo humano. La cibernética transforma el lenguaje en un intercambio de noticias. Las Artes se convierten en instrumentos de información manipulados y manipuladores.“
—
Enamorarse de una mancha
Los NFTs capturaron mi atención en marzo 2021 cuando Mike Winkelmann, un diseñador norteamericano conocido como Beeple, recopiló sus 13 años de trabajo (5.000 días) en un archivo, y lo ofreció en subasta en Christie’s con una base de tan sólo cien dólares. La sorpresa fue que la obra fue subastada a sesenta y nueve millones de dólares. A partir de ese momento, todo fue vertiginoso.
Trabajo desde siempre en tecnología y pinto abstracto, al óleo,_weekend painter. Expongo a veces presencial; y por supuesto, online.
Tecnología y arte tienen mucho en común. Acaso se complementan.
Proveniente del griego antiguo Tekné, la palabra tecnología se refiere a la acción o producción en base al conocimiento, al intelecto. El tekné transforma o da una nueva forma. Se refiere al conocimiento como capacidad de hacer salir de lo oculto, capacidad de ver más allá o hacer salir lo que siempre estuvo ahí (1)
Ho visto un angelo nel marmo e ho scolpito fino a liberarlo. (Vi el Ángel en el mármol y tallé hasta que lo puse en libertad.)
“El David siempre estuvo escondido en ese gran bloque de mármol. lo único que yo
hice fue quitar las partes que sobraban”
Miguel Angel Buonarotti
Como el David en el bloque de mármol, las soluciones se encuentran frente a nosotros. Sólo requieren habilidad para verlas y herramientas para darles luz. El arte, por su parte, proveniente del latín ars-artis produce en base a ideas y emociones una visión del mundo. Arte y tecnología se funden en la creación. Permiten ver de antemano y pro-ducir o conducir hacia el resultado. Mientras uno ve más allá, el otro habilita los recursos para su realización.
Sin embargo, la producción puede estar desconectada del contexto macro. Surgen entonces proyectos sin una necesidad real. “Nada peor que enamorarse de una mancha” decía mi maestro de pintura, Marcelo Bertolini. Lo mismo sucede al implementar una nueva solución tecnológica:. La solución no debe comenzar por la posibilidad de hacer, sino por la inquietud de solucionar un problema real sin apartarse de su momento en la historia. Dejar morir al viejo sistema y hacer surgir el nuevo modelo. Mientras esto sucede, ambos conviven.
El ojo recorre la pintura y percibe su equilibrio y sus fricciones. Algunos ojos notarán un quiebre. Otros, verán un fluir hacia nuevas intencionalidades. La criptoeconomía surgió como reacción ante el contexto que a lo largo de la historia hemos construido. Conviven hoy quienes se han anticipado, y quienes de repente perciben un quiebre. La sociedad ha entendido la evolución ligándola a una arquitectura verticalista, confiando mayor poder a dirigentes, instituciones, empresas. Instituciones como los
bancos, o incluso los estados se ven hoy amenazadas e intentan reformular sus servicios. Los bancos ofrecen centros de capacitación, cafeterías y espacios de trabajo a sus clientes ; los estados oscilan entre profundizar el control y competir por los servicios que ofrecen. La inteligencia artificial modifica hoy nuestra relación con la tecnología; mientras la criptoeconomía modifica la relación entre las personas. Y
es así, en un equilibrio y fricción constantes, que nuevas tecnologías emergen como herramienta para sostener nuevas ideas.
—
De la Escasez a la Abundancia
“Suspender la voz del juicio significa abrir un nuevo espacio de indagación y
asombro”
Otto Scharmer, creador del MIT Media Lab
Un cierto ritmo se percibe en el ambiente. Y las generaciones se van reconfigurando en consecuencia a lo largo de la historia. Movidas inicialmente por la valorización del esfuerzo que les costaron sus logros luego de la Segunda Guerra Mundial, han ido transitando hacia una experiencia más liviana y confiada en la disponibilidad de recursos. La posesión se fue convirtiendo en un ancla que en el transcurrir dificulta
sintonizar con un mundo en movimiento. El valor ha ido migrando de la posesión hacia la experiencia, manifestándose en el uso compartido de recursos como activos, servicios o habilidades. Las situaciones y los dispositivos configuran a las personas, mientras estas los imaginan, proyectan y crean. ¿Cómo confluye el contexto en el dinamismo adquirido? Quizás los inventos que encuentran terreno fértil son aquellos que se alinean con el ritmo del momento: las comunicaciones con el invento del teléfono, la movilidad con el automóvil, la electricidad, el carbón. Las generaciones ya no solo observan y preservan. Hoy cuestionan las formas de sus predecesores, adquieren lo bueno, incorporan técnicas y conocimientos, y desechan o modifican en base al nuevo escenario. Y hoy, por primera vez en la historia, mientras las expectativas de vida se alargan, conviven en el espacio laboral al menos tres generaciones que se han formado en mundos muy diferentes en cuanto a la incorporación de la tecnología.
Luego de la Segunda Guerra Mundial hubo un gran incremento de nacimientos, un Baby Boom que dió origen e identidad a una nueva generación. Los Baby Boomers, personas que nacieron entre 1945 y 1964, son la generación que surgió en la posguerra. Su búsqueda se basa en el logro de estabilidad económica, laboral y familiar. Familias numerosas, permanencia en un mismo empleo durante toda la vida hasta la jubilación resaltan en ellos el valor de la constancia y el sacrificio. Esta generación vivió el inicio de las comunicaciones con el teléfono y utilizó la correspondencia en papel. Sus tiempos se condicen con los dispositivos que utilizan: el buzón, el teléfono de disco, la operadora para llamadas de larga distancia, largos descansos y sobremesas. Los Baby Boomers vivieron los comienzos de la 3era revolución industrial a medida que los fabricantes comenzaron a incorporar tecnología electrónica y automatismos con el surgimiento del microcontrolador. Ya sea por limitaciones técnicas, por temas culturales o por ambas cuestiones a la vez, la automatización en sus primeras épocas consistía en sistemas embebidos, restringidos a realizar una única tarea. La misma impronta fue trasladada a la informática, mediante soluciones que contenían un cierto grado de egoísmo porque era necesario cuidar el esfuerzo propio. Esto se representaba mediante sistemas propietarios que mantenían la información en cajas estancas y cerradas, que no se integraban entre sí. El usuario quedaba cautivo o debía entregarse a la hazaña de copiar manualmente toda la información si necesitaba trasladarla a un nuevo sistema.
La generación siguiente al Baby Boom, nacidos entre 1965 y 1979, es la llamada generación X, cuyo concepto de éxito está relacionado con el crecimiento vertical corporativo. Los nativos de ésta época vivieron tensiones políticas, los inicios de la globalización, amenazas nucleares y el movimiento hippie como contrapartida. Es la última generación que se formó y trabajó de manera analógica. En lo personal,
una generación en búsqueda de logros y reconocimiento, orientada a la obtención de resultados, ascenso laboral como entendimiento de éxito, verticalidad en las relaciones y control como mecanismo de seguridad y de resguardo de los logros obtenidos. La llegada de Internet encontró a esta generación en plena etapa laboral que vivió el impacto social-económico de la aparición de las .com. Es una generación que sin dudas necesitó adaptarse ante los avances tecnológicos del nuevo milenio. Aún hoy, su default sigue siendo el mundo de los átomos y necesita puentes que la acerquen a los bits para su supervivencia.
Boomers y generación X vivieron el consumismo y la cultura de masas representado entre otros por artistas como Andy Warhol con sus imágenes de pop-art en los años 60. También las serigrafías de rostros de celebridades, incluida la actriz Marilyn Monroe y la estrella de rock Elvis Presley. Adquirieron también imágenes de futuros distópicos y de un mundo por el cual no vale la pena luchar con el género
Cyberpunk, subgénero de la ciencia ficción que se desarrolló a finales de la década de 1970, y que constituye una reacción crítica frente al capitalismo, al consumismo y al efecto deshumanizante de la tecnología. El Cyberpunk, cuyo nombre fusiona cibernética con la actitud rebelde del “punk”, representa un futuro donde la tecnología, la informática y la cibernética juegan un papel central en la sociedad: un mundo poblado por sociedades escindidas y oprimidas, a la vez controladas por los gobiernos y con presencia de grandes corporaciones. Su mayor expresión acaso sea The Matrix, película estrenada en 1999 donde los humanos han sido esclavizados por las máquinas y la inteligencia artificial. Estas historias de ficción ciertamente han contribuido a la actitud con la que Boomers y Gen X se encuentran hoy, cual inmigrantes absortos, en un mundo digital.
El año 2000 marcó un nuevo hito con el cambio de milenio. Los millennials, también conocidos como generación Y, hijos de boomers y generación X, son la generación nacida entre los años 1980 y 1995. A esta generación, internet y el teléfono celular la encontró en su etapa escolar. Los millennials cuestionan el sacrificio de sus padres y deciden vivir la vida. Diversidad, nómades, disfrute y la obtención de logros
personales como consecuencia. Una generación marcada por el propósito. La primera generación que abraza el cambio, emprendedora y con un enfoque de abundancia. Vive al borde, porque hay oportunidades. Una generación a la que le ha resultado más sencillo el switch a lo digital. La primera generación con acceso durante su adolescencia a la comunicación vía mensajes de texto y a redes sociales con inicios de Facebook en 2004.
La Generación Z son los primeros nativos digitales, la generación que entiende fundamentalmente bits y que desarrolló habilidades tecnológicas desde una edad temprana. Son los nacidos entre 1996 y 2010. Se destacan por su capacidad de adaptación a entornos diversos, por entender un mundo híbrido, físico y digital. La generación marcada por la descentralización de Internet, ese gran océano de conocimientos y respuestas. Todo está ahí. En la red en la que se auto-sostiene. Una red de enlace al mundo. En la actualidad, los genZers o Centennials comienzan a ingresar al mercado laboral. Esta generación está marcada por una consciencia de abundancia en cuanto a disponibilidad de recursos. Se siente parte de un
ecosistema, y a la vez responsable de cuidarlo. Una generación que abraza los cambios, la confianza en el entorno, la pertenencia. Son emprendedores, creativos y muestran un interés apasionado por el cambio social y la justicia. Su enfoque es menos verticalista y más colaborativo. Su comunicación es mayormente digital. Utilizan foros, establecen comunidades alrededor de temas de interés. Viven de manera nativa el comercio electrónico y la compra en línea, el delivery , la realidad híbrida, las redes sociales.
Como contrapartida del Cyberpunk de los años 70 y tomando la base del steampunk, en el año 2008 se mencionó el Solarpunk en el blog Republic of the Bees* como propuesta de nuevo género literario optimista, donde la ciencia se encuentra al servicio de la humanidad y del planeta. El Solarpunk es arte, es
activismo, es moda. Busca responder preguntas como “¿Cómo sería una civilización sustentable? ¿Cómo serían las ciudades basadas exclusivamente en energías renovables? ¿Cómo viviríamos de manera más cooperativa y en sintonía con la naturaleza?”
La estética solarpunk fusiona la belleza con la practicidad, buscando un balance entre la naturaleza y la humanidad. Es verde, brillante, colorida, frondosa y abundante, combinando con lo terroso y sólido.
El Solarpunk busca un mundo mejor, basado en la colaboración y la comunidad, con la tecnología blockchain como base para habilitarla. Presenta una economía regenerativa y circular, donde se minimizan desechos. Solarpunk es al mismo tiempo una visión del futuro, una provocación reflexiva, una forma de vida y un conjunto de propuestas realizables. Hoy cuenta con un Manifiesto basado en trece pilares dentro de los cuales se encuentran la privacidad, la transparencia, la libertad de expresión y el desarrollo sustentable.
La Generación Alpha, nacida luego del 2010 es la primera generación en la historia que se formó utilizando inteligencia artificial (AI), realidad virtual (VR), realidad aumentada (AR). Es la primera generación de padres millennials, adaptados al uso de internet y conscientes de su seguridad y dinámicas. Es la generación nacida durante la pandemia del Covid-19. Con un mindset player-first y poca diferenciación entre el mundo físico y digital, esta generación será en el año 2030 parte de la fuerza laboral como la entendemos hoy.
Nuevas generaciones, “generaciones líquidas” para Zygmunt Bauman. El líquido se inmiscuye, se adapta, se derrama en abundancia. La abundancia ya no requiere posesión. En cambio, tiene el mundo a su disposición. Esto se encuentra en modelos de uso compartido y liviano como sharing economy, ecosistemas, coworking, coliving, software abierto; y claro, comidas livianas.
Mientras las nuevas generaciones se mueven más livianas y flexibles a la vez que van construyendo un mundo desanclado del pasado, la experiencia se transforma en una tensión melancólica que aferra a las generaciones anteriores. Y hoy las cuatro generaciones se encuentran con un frente común y construyendo sin receta un mundo dinámico, amenazante, cambiante, dudoso. Esta situación, como
amenaza latente, une a todos en una generación en transición, la Generación T.
Estos cambios se notan del mismo modo en la industria. En los años 2000 se inició la cuarta revolución industrial, marcada por la adquisición de datos para lograr mayor eficiencia con la incorporación del internet de las cosas, la robótica y el big data. Esta revolución está marcada por la apertura de los sistemas dando lugar a la integración, como valor fundamental para que la información fluya y lograr mayor eficiencia. El modelo hoy convive con los albores de la quinta revolución industrial donde aparecen con fuerza el robot y la inteligencia artificial. La quinta revolución se caracteriza por la colaboración humano-máquina: máquinas para ayudar a los humanos, humanos para ayudar a las máquinas, máquinas que
colaboran entre sí. La quinta, es una revolución que se identifica con el empoderamiento humano: las máquinas colaboran, pero no para desplazar a las personas, sino para empoderarlas. Sin embargo, este poder no debe ser entendido como un poder mayor que el actual. La fuerza del modelo colaborativo de las
nuevas generaciones, junto a las plataformas descentralizadas que emergen como catalizadoras de un cuestionamiento social, son la base para que la búsqueda de las nuevas soluciones sea diluir la confianza y los focos de poder. De esta manera, al mismo tiempo que el poder de las organizaciones se funde con la
descentralización, se fortalece mediante características que aún no pueden ser logradas por las máquinas y la inteligencia artificial. En este punto, la economía crypto se combina con la inteligencia artificial para lograr una tecnología en la que convergen la exponencialidad con la seguridad on-chain.
Organizaciones basadas en la información y modelos que se inician en lo digital hacen necesarias nuevas prácticas para la utilización y gestión en temas de pagos, gobernanza, acceso a recursos, entre otros. Un cambio de época emerge digital a partir de un nuevo modelo que la humanidad produjo con la tecnología como soporte para sostener un nuevo contrato social. La velocidad del avance desordena, desestabiliza, hace anticuadas las leyes, reorganiza la moral y altera nuestras percepciones.
(Libro completo disponible próximamente)
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